Cuánto vale el no?



Si no existiera el no, el sí estaría demás…


Vivo el presente constantemente. Me alegro, me entristezco, por aquello que pasa ahora… Las sensaciones dirigen mi andar… ayer también… pero el futuro acecha.
Lo que fue, lo que es. Y decisiones que imperan ser tomadas, por lo que será.
Cierro puertas. Abro puertas. Las vuelvo a cerrar. Y abro ventanas. Dejo entrar la luz. La calidez del sol de la mañana. De un nuevo día. De una nueva historia.
Sé que hay más puertas adelante. Pero en general no quiero saber que hay detrás. Algún día ya me toparé con ellas, y veré que llave usar.
Sé que hay puertas por detrás, pero hay alguna que dejé abierta.
Siempre digo que mi tiempo no es lineal. Mi cabeza vuela a una velocidad difícil de seguir.
Eso hizo que puertas compartidas no se abran y no se cierren al mismo tiempo.
La duda…
Que tan poco encaja en mi forma de ser. Que siempre es alcanzada por la velocidad de mi mente y la sobrepasa, y no le permite perdurar en el tiempo.
Y decisiones estrepitosas. Y decisiones correctas. Y decisiones equivocadas.
Sin mirar atrás. Sin rencor por eso. Y bailando al compás de la música del día a día.
Decisiones que aunque erradas, fueron las correctas… Y la paz.
Decisiones que aunque correctas, fueron equivocadas… y la tristeza.
La tristeza de ese no que hubiera sido si.
Siempre decimos, el “no ya lo tenés”…
Y cuánto vale el no?
Vale la pena sostenerlo?
O el no vale menos que el sí?
Merece el sí ir a ser buscado más allá de la posibilidad de conseguir otro no?
Y si logro conseguir el sí… querré volver a tener el no?
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Mi miente viaja. Corre. Vuela.
Las ideas giran, dan vueltas, se entrecruzan, se mezclan.
Disipar dudas. Borrar miedos.
Buscando el sí…
Y la adrenalina que mi cuerpo estático necesita para sentirse vivo.