Valores ¿sin valor?




La lealtad es el camino más corto entre dos corazones…

Es raro lo que ocurre con las relaciones humanas. Me lo planteo constantemente. Cómo es el modo de relacionarnos, como se relaciona uno, y como el otro se relaciona con uno.
Ese calificativo “raro”, puede leerse negativa o positivamente. Cómo te plazca.
O cómo la realidad lo connote.
La mayoría de las veces hago referencia a las relaciones que mantenemos con los seres del sexo opuesto, y donde el sexo siempre se ve involucrado.
Sin embargo, me di cuenta, que las relaciones que podamos tener que no involucren el sexo – como arte placentero a practicar – determinan más tu día a día, que aquellas.
Familiares, amigos, pueden hacer que nuestro día sea soleado o lleno de nubes. Muchas cosas en común.
La gran diferencia es la circunstancialidad que los envuelve.
La familia, es la familia. Te la encajan. No tenés opción. Pero bien o mal, están. Siempre. Incondicionales. Con buenas y malas. Pero también con las buenas y malas tuyas.
Los amigos, en cambio, vienen por elección. Permanecen por elección, y se van cuándo así lo decidís.
De estos últimos – como ya lo dije en el día festivo correspondiente – los hay de todo tipo: de la infancia, del barrio, para la joda, con derechos, imaginarios, y… de fierro! Esos amigos que son casi de sangre, y esos de sangre que son amigos.
Por qué los elegimos? Cómo hacemos para llegar a ponerles un mote más? (o uno menos!)
Valores…
Considero que una de las grandes satisfacciones que tenemos los seres humanos, es la seguridad de contar con grandes amigos.
Ahora… esa seguridad..., existe? Es real?
Ponés las manos en el fuego por él o ella?
En las relaciones, a cierta edad las similitudes acercan tanto como lo hacen las diferencias.
Elegimos…
A estas alturas a los amigos no los impone el cole, el barrio, danza, o fútbol.
Sí lo hacen los valores, en cambio.
Coherencia, flexibilidad, comunicación, generosidad, gratitud, fidelidad… lealtad.
La circunstancia te pone en el mismo lugar y en el mismo momento. Y por los valores hacemos de ese instante un día, un mes, un año… una vida.
Me considero una afortunada por tener los amigos que tengo.
Aunque sé que cometo un error gramatical aquí. Pues el que “tengo” muchas veces debería ser “tuve”.
Y este error gramatical, muchas veces lo traduzco a la vida real.
Y eso que debiera darte plena satisfacción, a veces logra llenarte de vacío.
Por sobre todas las cosas el amor es lo que nos une. Y nadie dice que ese amor alguna vez deba esfumarse. Por el contrario, puede permanecer en nuestras vidas para siempre.
El amigo “de la vida”, no creo que sea aquel que físicamente se encuentra a tu lado. Sino aquel que va a estar siempre en tu corazón. Ambas situaciones pueden concentrarse en una sola persona. Sin embargo, puede que no sea así.
Los valores propios pueden ir tomando diferentes matices. Y eso puede alejarnos o acercarnos.
Bueno es aprovechar ambas situaciones, y aprender a dejar ir.
Miro atrás y sé que no me equivoqué. Y que aproveché la oportunidad de haber estado en aquel lugar, en aquel momento.
Miro hoy, y si bien soy consciente de la circunstancialidad de la presencia de las personas no deja de doler el dejarlos ir.
No miro adelante, porque pierdo el rumbo. Ojalá que cuando llegue, ahí los encuentre.