Extraño

Es tan corto el amor y tan largo el olvido…

¿Se puede seguir esperando un nuevo reencuentro?
¿Se puede escuchar la voz muda, sentir la mano que no acaricia, saborear los labios que no besan?
¿Puede uno seguir estremeciéndose ante una piel que ya no mezcla su sudor con el mío?
¿Se puede seguir sintiendo el olor de su pelo en la almohada?
¿Conocer su opinión ante una decisión propia?
¿Y oír su risa a lo lejos, ante una ocurrencia mía?
¿Y que siga siendo el coro de una canción compartida?
¿Se puede seguir compartiendo lo bueno del día? ¿Y lo malo?
¿Se puede seguir queriendo, a pesar del tiempo y de la distancia?
¿Se puede extrañar algo que nunca se tuvo?
¿Cuánto dura el olvido?

Be My Valentine

Un osito de peluche. Un ramo de flores. Una caja de bombones.
Cena romántica. Caminata a la luz de la luna. Tomados de la mano.
Esa mirada… un suspiro y un beso.
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El 14 de febrero de algún año, ejecutaron a un sacerdote llamado Valentín. Por qué? Porque en algún lugar escondido de Roma casaba en secreto a soldados que estaban bajo los efectos del amor. Y por aquel entonces los soldados solo podían comprometerse con su patria, motivo por el cual tenían prohibido casarse.
Al ser atrapado, la misión de condenar al sacerdote estuvo a cargo de un lugarteniente, descreído. Con el fin de burlarse de Valentín, este carcelero, decide ponerlo a prueba, pidiéndole que en nombre del cristianismo obre el milagro y le devuelva la vista a su hija. Y el milagro se produjo, pero el lugarteniente nada pudo hacer para evitar su destino.
Mientras duró su encierro, se enamoró de la hija de su carcelero. Se enviaban cartas asiduamente, y él las firmaba “tu Valentine”. Sin embargo, el final llegó.
Dos siglos después, la Iglesia Católica reflotó esta historia, y canonizó a San Valentín como el patrono de los enamorados.
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¿Qué queremos expresar festejando este día?
Guguel de por medio, me puse a buscar los antecedentes de este festejo, y me encontré con la historia que yace en el apartado anterior.
Qué festejamos entonces?
Que los que se quieren casar, es por simple conveniencia?
Que al principio el amor es ciego, pero siempre obra el “milagro” de la vista?
Que solo el principio de este amor, es hermoso y esperanzador?
Que es fácil que un tercero cree discordia en la relación, pero difícilmente colabore?
Que en la realidad, en el verdadero amor, alguno termina herido?
Y que por lo tanto los finales felices, son puro cuento?
Si es así…
Para ositos de peluche ya estoy grande la verdad no van con la decoración de ningún ambiente de la casa. Un reloj me gusta más.
Las flores, llegan ya marchitas después de la cita.
Ni hablar de los bombones… estamos en febrero!!!!
Cena ¿romántica?... mejor, reservemos para otro día… en cada lugar resulta haber cuatro mesas por metro cuadrado para que tooodooos podamos rendir tributo a san Valentín.
La caminata… no queda otra, los taxis no dan abasto
Y los besos… esos siempre me gustan… asique eso está bien.

Alentador, no?

Sin embargo, todos tuvimos o tenemos un Valentine, y somos o fuimos un Valentine.
Y los 14 de febrero, lejos de disfrutar al “Valentine” cuando lo tenemos,  no hacemos más que extrañarlo cuando no está presente en nuestra realidad.

Asique, propongo, que de ahora en más, los 14 de febrero brindemos por la bueno de la soltería, y usemos los otros 364 días del año para escribir nuestra propia historia de amor!

Call me a dog

Hace un tiempo alguien me dijo esa frase. Un alguien que fue especial. Un alguien que hoy ya no está. Un alguien que todavía se extraña.
De ese alguien aprendí muchas cosas. De mí. De mi límite de tolerancia. De mi límite para dar desinteresado – e interesado también. De mi disponibilidad.
Y principalmente, que yo también soy un perro.
Para ofrecer no tengo mucho, solo garantizo infinita fidelidad.
Eso me dijo. Lo entendí al instante.
Si hay algo que siempre me atrajo de él, es justamente esa cualidad canina.
No me cabe la menor duda que “él” es el mejor amigo del hombre. Es uno de esos que siempre querés tener cerca, porque tenés la certeza que si gritas, va a hacer eco enseguida. Y por eso es que se extraña cuando no está.
La cuestión es que me di cuenta que esa también soy yo.
Pero también me di cuenta, que esa cualidad canina a veces puede lastimar.
Me pregunté si eso se puede cambiar. Lo intenté.
Me hago la indiferente. Quiero mirar al costado, y que el resto de las cosas pasen sin más.
No hacerme cargo. Quitarle importancia a las cosas. Dejar que me pasen por encima.
Hago el esfuerzo. Me hago la infiel.
Silencios largos. Mesas sin compartir.
Miradas esquivas. Y todo sin sentido…
No entiendo el por qué. No entiendo tampoco para qué.
Siempre busco el lado positivo. Pero no se lo encuentro.
No para mí. Pero tampoco para el otro.
A mí no me hace bien. A mí no me alivia.
Del otro lado será así también?
Intento cambiar. Dejar de ser quien soy, para ser quien no soy.
Vale la pena?
La realidad es que me gusta quien soy. Le pese a quien le pese.
A mí no me pesa. Y yo no quiero cambiar.
Y decidí no cambiar.
Soy desconfiada por naturaleza. Pero si te ganaste mi confianza, creo ciegamente.
Y si quiero… quiero mucho.
La fidelidad es lo que tengo. Es lo que soy.
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Cacheteame, y te voy a poner la otra mejilla.
Gritame, y te voy a callar con un chiste.
Apartame, y me voy a quedar cerca, de costadito, solo por “si las dudas”
Por vos lo banco. Por vos lo hago. Por vos estoy. Hoy y siempre.
Call me dog… it’s just what i am.

Fruto del Árbol Envenenado

Todo buen árbol, da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos…

En este afán de haberme entregado al 2011 sin más, en vivir el presente, sin mirar atrás, sin mirar adelante, solo moverme por lo que siento ahora, debo decir que en las pocas semanas que llevamos he aplicado este precepto sin demasiadas vueltas, y casi sin reparos.
Todo empezó tan solo unas horas después de haber comenzado este ¿prometedor? año impar.
Festejo va. Festejo viene. Feria de por medio. No hay horarios.
Buena compañía. Compañía reiterada. Una comedia. Un café fuerte. Un chocolate compartido. Humo. Y sin darme cuenta minutos después, el sillón vacío frente al televisor.
Y la noche se hizo día.
Anteojos negros. Beso de despedida. Y nos vemos en un rato.
Como siempre.
Sí. Como siempre.
Nunca se había cruzado esa línea. Porque nunca se me ocurrió. Porque estaba prohibida. Por mí, por él, por la realidad, que se yo. Pero estaba prohibida.
Presa… del futuro consecuencia de ese pasado.
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Ahora me pregunto qué hay de cierto en el precepto inicial.
Convengamos que el árbol no es un buen árbol… pero ¿tan malo es?
Y en ese caso ¿obligatoriamente debe dar frutos malos?
¿o acaso existe la excepción a esa regla?
¿Puede no dar frutos?
Porque el arrepentimiento nunca llegó. Y el malestar de las horas posteriores desapareció.
¿Sólo busco árboles malos?
¿O es un simple miedo a “un buen fruto”?
No lo sé.
Pero esa sensación de libertad, de hacer lo que quiero, con quien quiero, y como quiero… Y de disfrutarlo, más allá de todo… Si eso hace que el árbol sea malo, definitivamente el “envenenamiento” es el condimento perfecto para hacer del plato uno de esos que siempre quiero volver a probar.

Aniversario

Te odié antes de nacer. Me sacaste el lugar. Ese lugar tan codiciado de “la más chiquita”, la consentida, la mimada..
Te ví nacer. Y desde ese momento no pude más que amarte.
Te empujé a dar tus primeros pasos. Te enseñé las primeras palabrotas que salieron de tu boca.
Te ví crecer. Te tuve en mis brazos de chiquita… y demás grande también.
Tu primer día de jardín. Con ese guardapolvitos a cuadrillé rojo y blanco, y la cola de caballo que adornaba tu cabecita.
Y después, el uniforme azul y blanco que tan bien te sentaba.
Tus palabras inventadas. Tus canciones elocuentes. Tu sonrisa mágica.
El sol siempre brilló más fuerte desde que apareciste en este mundo.
Tuviste días opacos…
Pero tu luz interior siempre fue más poderosa.
Y renaciste.
Y ahí vos me tuviste en brazos.
Esos abrazos tiernos, llenos de dulzura y amor… esos de los que solo queres uno más, y otro, y otro…
Y a pesar de que compartimos los mismos padres, la misma hermana, la misma sangre, solo puedo definirte como mi mejor amiga.

Que los cumplas muy feliz!

Welcome 2011


Los pies en la arena. La brisa con olor a mar. Fuegos artificiales. Y la espuma que brota de una botella.
Carcajadas. Y danzas improvisadas al compás de cualquier “ruido” que nos hacía compañía.
Amigos. Los de siempre. Y cada uno con un flash en la mano inmortalizando cada minuto transcurrido.
El sol que pega en la cara. Y la luna, fiel testigo.
Así empezó.
Después de un diciembre movilizante, con proyectos concretados, proyectos frustrados, planes truncos, y el pasado que acechó en todo momento, respiré profundo, exhalé, y me entregué a este 2011.
Miro el hoy.
Porque al ahora lo percibo a través de los sentidos.
Si miro hacia adelante, pierdo el rumbo.
Porque al futuro lo dibujo con la mente. E indefectiblemente me lleva al pasado.
Y me asusto. Y desaparezco.
Entonces, es cuestión de elegir:
Sentarse a recordar lo que pasó. Esperar aquello que pasará.
O simplemente, vivir.
Yo elegí… Dejo que la vida me despeine!