Punto y Aparte

Rojo. Música. Alcohol. Mucho alcohol.
Así empezó nuestro jueves, víspera de feriado.
Casa nueva. Vida nueva. Ese fue el lema.
Desde el inicio de este mes, supimos que habría un antes y un después. Dispusimos que habría un antes y un después. Nos prometimos que habría un antes y un después.
Y ese después comenzaría con el inicio del fin de semana conmemorativo del centésimo nonagésimo cuarto aniversario de nuestra independencia.
Mail va. Mail viene. Almuerzo va. Cena viene. Siempre con un subject en común: Me harté. Basta de ellos.
Marcada de territorio, y llamada al silencio.
Ausencia – y sin aviso.
Reclusión en ese añorado lugar que todavía no ha sido corrompido por la tecnología.
Stop.
Casa nueva, vida nueva.
Punto y aparte.
Orden fugaz. Sábanas limpias. Perfume de ambiente.
Vajilla impecable. Mantel nuevo.
Ducha. Planchita. Maquillaje. Perfume. Tacos… Rojo.
Luz tenue…
Tocan timbre. Y de nuevo. Y de nuevo y una vez más.
Salvo por alguna escasa excepción, se amontonó un grupo aproximado de quince casi treintañeros, profesionales, con buena onda, bien arreglados… y solteros.
Sale primera ronda. Y otra más. Y otra. Y otra…
Música. Risas.
Presentes con aviso. Presentes sin aviso.
Nosotras, más que predispuestas a cumplir nuestro lema…
Humo… por que no.
Y una ronda más.
Flashes. Baile. Y la temperatura empezó a subir.
Y de a poco, el salón se fue vaciando.
Cruce de miradas. Dedos entrelazados. Suspiros al oído.
Alcohol. Química. Piel. Ponele el justificativo que quieras.
Y el rojo se deslizó…
El sol asoma por la ventana. Cafecito va, mate viene, fondo blanco de agua.
Beso y un “hablamos”.

Horas más tarde, la casa de nuevo en orden y la luz cálida de la tarde entró por la ventana. Se apronta el agua para unos ricos mates en el sillón.
Detalles, risas y más risas. Nadie se hizo cargo del nunca más prometido horas antes. Y todas supimos que volverían la ausencia sin aviso, la reclusión en ese lugar no corrompido por la tecnología, y la llamada al silencio.
Sin embargo, estuvimos ahí durante setenta y dos horas reviviendo esa noche, tomando mate hasta quedar verdes, riéndonos hasta las lágrimas… y las ausencias dejaron de ser tales, no importó que la tecnología nos jugara una mala pasada, y el silencio se calló.
Casa nueva, vida nueva.
PUNTO Y APARTE.

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