To Be or Not To Be


Estos días estuve prestando atención al comportamiento de las personas que me rodean. Cercanos y no tanto. Hermanos, amigos, compañeros.
Soy una persona más que analítica y muy observadora. Además de intuitiva. Muy rara vez me equivoco cuando hago el primer scaner de alguien que acabo de conocer. Y sí, es cierto, rara vez hay una segunda oportunidad para una primera impresión.
Tímidos. Osados. Resueltos. Independientes. Dependientes. Cariñosos. Fríos.
Y camaleónicos.
Es increíble como la conducta de uno cambia al interrelacionarse. Como nuestras características típicas se esfuman, y como aquellas que tenemos más escondidas pueden salir a la luz. Con un simple hola. Con un simple estrechamiento de manos. Con un beso en la mejilla.
A todos nos pasa. Y con todos nos pasa. Con muy pocas personas descubrimos que podemos ser y mostrarnos tal cual somos, sin sentirnos vulnerables. Sin sentirnos un libro abierto esperando a ser leído.
Y ni que hablar si nos encontramos frente a una persona del sexo opuesto. Esa tensión sexual que hace que se inhiban o florezcan nuestros sentimientos, nuestras virtudes y nuestros defectos. Así no nos sintamos atraídos. Así, la persona que tengas en frente sea – al menos en principio – la persona con la que sabés que no compartirías ni un minuto de tu vida.
Pero el futuro es incierto, y la realidad, es que nunca sabés que puede pasarte si se da esa segunda oportunidad para la primera impresión.
Entonces, los nervios, la ansiedad, y la tensión, hacen que te camaleonees, y empieces por mostrarte tal cual no sos.
Reunión de amigos. Bar. Plaza. Super. Da lo mismo.
Hola, que tal?
Y ahí empieza la transformación.
De golpe te encontras riéndote de cosas que jamás te hubieran sonado graciosas. Conversás sobre temas que no te interesan en lo más mínimo. Y empezás a volverte una erudita en los deportes, cuando lo máximo que hiciste en tu vida fue correr el tren. Literalmente.
Cuando te toca tu turno, ya ni sabes de que hablar, porque? Porque no sabes, todavía, que personaje jugar.
Soy la independiente que soy? Soy la dependiente que no soy? Soy la divertida? Soy la tímida? Soy la fiestera? O la conservadora?
Intercambio de celus, mails, caralibro. Y chau.
La primera impresión fue increíble. Sentiste, incluso habiendo intercambio de fluidos solo mediante un mate o un vaso, que hay química.
Primer paso, te agrega en Facebook. Obvio, quiere ver quien podes llegar a ser. No pudo leerte ni un poquito. Pero para los hombres, si te reíste de sus chistes, lo escuchaste hablando de futbol, rugby, o el que sea, medís más de un metro cincuenta y pesas menos de setenta kilos, está fantástico, y es suficiente.
Después, llega el primer mail… que se cuenta? Como empezó tu semana?
Totalmente descontracturado, y sin pensarlo más de treinta segundo, escribe esas líneas y presiona send.
En cambio vos, al verlo en tu bandeja de entrada, empiezan a cruzarte por la cabeza doscientas millones de cosa.
Le contesto ahora?... no quiero parecer desesperada
Le contesto en una hora? … no quiero que piense que no me interesa
Le contesto solamente o le pregunto algo también?
Y cuando ya te diste cuenta que pasaste más de veinte minutos pensando qué joraca poner, le contestas con un simple todo bien y vos?
Y te entregás. Te abandonás a que – desde el vamos – él tome las riendas de eso que vos querés que se transforme en una relación.
Después del intercambio de un par de mails – todos ellos sin sentido – te invita un trago post trabajo.
Ahí, sin dudarlo, das el sí, aunque programas para tres horas después de haber salido del laburo…. Obvio, te tenés que producir.
Corres a tu casa. Te bañas. Te mutilas. Te maquillas. Y te vestis. O al menos, lo intentas.
Informal o formal? Taco alto o chatita? Pollera o jean? Negro o clarito?
Y cuando estás en el medio del proceso de planchita, tocan el timbre.
Te terminas de preparar en cinco segundos, y bajas.
Noche esplendida. Cervecita artesanal. Unas papas, por que no. Risas, risas y más risas.
No paraste de prestarle atención. Te reíste de cada chiste que hizo. Tomaste cada vez que te llenó el vaso. Te prendiste un pucho cada vez que él lo hizo. Y solo fuiste al baño cuando el volvió de hacerlo. Y obviamente, la salida terminó cuando él dijo, vamos?
Te acompaña a tu casa. Beso y Hablamos.
Y empieza el calvario.
Al otro día, cita obligada con las chicas para analizar cada cosa que dijo. Cinco pavas no son suficiente.
Y tu cabeza solo está en un lugar. Ya descartaste el hecho de que no te va a llamar. La primera cita no paso de un beso, con lo cual sabes que te va a llamar. Pero constantemente te preguntas ¿cuándo?
Después de tres días – regla inquebrantable en los hombres – llega el acontecimiento tan esperado: un mail.
Obvio que esperabas el llamado, pero…
Y volves a salir. Y otra vez. Y otra vez más.
Te encanta. Estas esperando todo el día que haga contacto. Miras el celu. Chequeas los mails. Tenés abierto el msn y el gtalk las veinticuatro horas del días… y de la noche.
Y esperas…
Te morís por escribirle/llamarlo/mensajearlo. Pero seguís esperando. Agarrás el celu. Lo volvés a dejar en su lugar. Prendes la compu. La apagas.
Y seguís esperando…
Hasta que reaccionás.
Y yo reaccioné.
Nos pasamos días y días esperando. Esperamos a que nos llamen. Que nos manden un mensaje. Que nos inviten a salir. Que quieran formalizar. Que nos pidan casamiento.
Y nosotras, nos adaptamos.
 Como lo que él quiere es una relación free, no lo llamas, para que no piense que lo perseguís.
No preguntas que hace, para que no piense que lo acosas.
No te comprometes, porque en realidad es él el que no quiere compromiso.
Y dejas de ser vos automáticamente. Y en realidad, te das cuenta, que nunca fuiste vos.
Apagas tu pasión. Controlas tus impulsos. No sentís.
Es justo?
No lo creo así.
Que quiero mi libertad. Que quiero mis tiempos. Que no quiero dejar mis actividades. Que mis amigos. Que mi familia.
Y todo eso, se circunscribe en un solo justificativo: pánico al compromiso.
Entonces, si es un tema de ellos, un miedo de ellos, por qué terminamos haciéndolo carne en nosotras? Por qué nos adaptamos?
Si al final de cuentas, así te adaptes 100% ellos siguen igual.
Si sos cariñosa, resultas cargosa. Si no sos cariñosa, sos fría. Si lo llamas, lo acosas. Si no lo llamas, no te interesa.
Entonces, te das cuenta. Y tomás distancia.
Y ahí reacciona él.
Sea porque le gustas, sea para levantarse el ego, sea por lo que sea..  te busca. Y te llama. Y te escribe. Para finalmente volver a ser lo que era: un fugitivo.
Repito. Pánico al compromiso. Y es un tema de ellos. Te adaptes o no.
La cuestión entonces es elegir: ser una misma o adaptarte?
Dejar salir mis impulsos. Dejar aflorar mi pasión. Ser tierna. Ser dulce. Ser comprensiva. Ser fuerte. Ser débil. Ser racional. Ser irracional.
Ser como soy.
to be or not to be?
From now on I choose to be.








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