The Whole Package

Hace unos días fui a cenar a lo de mi viejo. Mejor dicho, a cocinar a lo de mi viejo. Mi papá y su novia. Dos hermanas. Dos cuñados. Un sobrino… y yo.
Pastas rellenas. Budín de pan. Cafecito. Conversaciones sobre pañales, mamaderas, y pocas horas de sueño. Proyectos de vida en común. Planes para el domingo a la tarde, los cuales, considerando el frio antártico que se apoderó de Buenos Aires, así como la jodida lluvia que no para de caer del cielo, solo incluían películas, metidos en la cama calentitos, compartiendo unos mates.

Definitivamente, nada más tenía que hacer allí.

Sobretodo, gorro, bufanda, cartera, llaves del auto. Auto en marcha. Todavía me esperan sesenta minutos de viaje.
Música de fondo...

El ser la “impar”, a veces, pesa.

Entonces empecé a recorrer mentalmente los encuentros del tercer tipo que tuve últimamente, y a pensar en por qué la realidad no se modifica.

Uno, me divierte mucho… pero al teléfono. Profesional. Inteligente. Buen puesto de trabajo. Casa propia. Auto propio… y familia propia.
Número dos, buena música, noches eufóricas, besos apasionados, buena cama… y proyectos por separado.
Número tres, una vida juntos, proyectos en común, risas, llantos… pero camas separadas.

¿debo conformarme?
Es decir, ¿debo resignar la cama para concretar un proyecto de a dos? O ¿debo resignar un proyecto de a dos para tener una vida apasionada?

Perdón, pero ninguna de las dos cosas estoy dispuesta a resignar.


Atractivo. Deportista. Familiero… pero con pocos tiempos para una relación.
Tranquilo. Cariñoso. Entretenido… pero ni un poco de química brota entre las sábanas.
Divertido. Inteligente. Elocuente… pero todavía demasiado verde.

La idea de la monogamia cada vez se vuelve más difusa. Y la posibilidad de que el que comparte tu vida sea el mismo que comparte tu cama, se torna más lejana. El “whole package” suena a utopía.

Veintimuchos años. Profesional. Independiente. Sobrecalificada…

Y sola. Pero por elección.

Gataflorismo o no, tomo las cartas y barajo de nuevo.

La idea de ser naranja entera sigue sin convencerme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario